El 23 de marzo es el día de los cachorritos, los gatos son la mascota más común en las películas del género de horror, lo cual parece un desequilibrio, un perro maldito provocaría mayor daño que un gato, aún cuando los amantes de los gatos los consideren animales más creativos. Revisemos una de las pocas películas en las que el malo del filme es un perro, hablamos de Cujo (1983), cuya trama es el 90% del tiempo Dee Wallace y su hijo atrapados dentro de un auto con un San Bernardo rabioso merodeando en el exterior, mientras el 10% del tiempo restante es la exposición de lo que llevó a ese conflicto. La novela de Stephen King parece el típico guión para una adaptación simple y de bajo presupuesto, sin embargo en pantalla la historia revela uno de los problemas cruciales cuando se aborda el tema de los perros en las películas de terror: No importa la cantidad de sangre mostrada ni qué tan grande sea el perro, todos son más un referente de lo tierno que son como mascotas y poco se les relaciona con el miedo, esa es una de las razones por las que hay pocas producciones en las que un perro es el malo de la película, a diferencia de los gatos, los perros siempre aparecen como elementos felices en la pantalla grande.
¿Quién dejó salir al monstruo de mi armario?
Cujo
1983
Productora: Warner Bros. Pictures
Dirección: Lewis Teague
Producción: Robert Singer, Daniel H. Blat
Guion: Stephen King, Lauren Currier, basado en la novela del mismo nombre, Cujo, de Stephen King
Música: Charles Bernstein
Cinematografía: Jan de Bont
Montaje: Neil Travis
Elenco: Dee Wallace-Stone, Danny Pintauro, Daniel Hugh-Kelly, Christopher Stone, Ed Lauter
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